Defensa del territorio Patio Arbolado

Las Chelemeras ejemplo de resistencia y fuerza

Los manglares son bosques en donde la Tierra y el mar se encuentran.

Esta no es solamente una escena que puede mirarse con belleza en el paisaje natural, sino que es también un recuerdo de que los manglares son pulmones verdes que protegen a la humanidad en ese encuentro. Los manglares tienen la capacidad de proteger de tormentas y erosión, filtran contaminantes y brindan un hogar a la biodiversidad.

En sus raíces enredadas y aguas serenas, se teje la supervivencia de innumerables especies, incluida la nuestra. Perder un manglar es como perder una pieza vital de un rompecabezas que mantiene el equilibrio de nuestro planeta. Cuidarlos no es solo un acto de amor por la naturaleza, sino una necesidad para la existencia del futuro.

Es así que el reverdecimiento del manglar de Progreso, logrado por Las Chelemeras, se convierte en un ejemplo de resistencia y fuerza, que no solamente beneficia a las restauradoras, sino a su comunidad próxima y no tan próxima.

El marco del Día Internacional para la Conservación del Ecosistema de los Manglares (26 de julio) es tan solo un pretexto para visibilizar su trabajo, que no solamente han logrado que un manglar muerto cobre vida de nuevo, como si eso fuera poco, han impactado a tal punto que incluso la especie Gaza Rojiza, catalogada en peligro de extinción en la 𝐍𝐎𝐌-𝟎𝟓𝟗-𝐒𝐄𝐌𝐀𝐑𝐍𝐀𝐓, se encuentra presente entre las hojas que restauraton.

Desde hace siete años, alrededor de 18 mujeres comenzaron a abrir canales entre la ciénaga con un suelo completamente muerto, buscando recuperar el manglar. Esos canales, que realizaban con palos, fuerza y esperanza, poco a poco, vieron crecer el manglar de nuevo.

“Aprendimos en qué nos beneficia como comunidad, por los peces que se hacen los criaderos en los manglares, en diferentes especies como aquí, por ejemplo, hemos encontrado aves huevos de aves nidos de de diferentes peces, caracol chivita”.

Keila Vázquez, restauradora de manglar

La Península de Yucatán, en suma, tiene un estimado de 544 mil 169 hectáreas de manglares, lo que representa alrededor de 60 por ciento de este ecostistema en todo el país. Esto conlleva una gran responsabilidad.

Aunque este proyecto inició como parte de un programa de compensación por la construcción del distribuidor vial, pues la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT, actual SICT) acordó brindarles los recursos necesarios durante cinco años, sin embargo, solamente cumplió durante dos años.

Esto, no detuvo a las restauradoras, a pesar de que la situación ha obstaculizado su trabajo, continúan realizando acciones para la recuperación del manglar negro y rojo que allí pertenece; han conseguido apoyos mediante organizaciones como The Nature Conservancy, Seasly y del programa de pequeñas donaciones de Naciones Unidas para el Desarrollo.

“Cuando empezamos a trabajar, eran unas zonas muy áridas, empezamos a hacer los canales y nos llenábamos así de super lodo y todo y no había ni en donde enjuagarse porque no había nada de agua, cuando regresamos al próximo día ese canal, que hicimos ya tenía agua”

Keila Vázquez, restauradora de manglar

En la actualidad, hay otros proyectos que ponen el riesgo el manglar, como la construcción del viaducto de Progreso; sin embargo, aparentemente no hay intenciones de generar medidas de compensación por esta obra que ha destruido manglares, según Jorge Herrera, del Centro de Estudios Avanzados (CINVESTAV) del Instituto Politécnico Nacional (IPN).

Según el Sistema de Monitoreo de Manglares de México (SMMM), 370 mil 613 hectáreas de manglar se encuentran con algún tipo de protección en la Península de Yucatán, sea porque fue declarado Área Natural Protegida (federal o estatal) o por estar considerados entre los sitios Ramsar (protegidos a nivel internacional).

Cabe decir que no todos los manglares tienen algún tipo de protección en México, a pesar de la importancia vital de este ecosistema. La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) estima que tan solo Yucatán, donde se encuentran Las Chelemeras, tiene 96 mil 873 hectáreas, de las cuales 86 mil 195 tienen protección y el resto no.

La zona que restauran y protegen Las Chelemeras, se encuentra ubicada en Progreso, dentro del Área Natural Protegida Estatal Ciénagas y Manglares de la Costa Norte de Yucatán y gracias a su trabajo ha recuperado los flujos hidrológicos en 100 hectáreas y conseguido la cobertura de manglar en aproximadamente 50. Con la construcción de 8 mil metros de canales, mil 300 centros de dispersión y reforestando con más de 3 mil mangles.

Este Día Internacional fue instaurado hace apenas nueve años por la Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en 2015, a pesar de la relevancia que tiene este ecosistema en el mundo.

Y es que es urgente que haga más ruido, no solo el día, sino la sociedad para defender al manglar; pues este muchas veces es destruido o afectado para realizar construcciones u obras “en pro del desarrollo”. Pero sin vida, no puede haber desarrollo.

De ahí la importancia de la labor que realizan estas mujeres que, tras un monitoreo realizado por el CINVESTAV, es posible afirmar que han tenido una labor exitosa.

Con este monitoreo comprobaron el retorno y abundancia de especies que ya estaban perdidas en esa zona. “Al menos en términos de biodiversidad, el sistema sí se está recuperando”, declaró Jorge Herrera, representante de CINVESTAV.

Otra especie que da cuenta de esto, es el Caracol Chivita, misma que es de gran importancia en la región porque es utilizado como parte de la gastronomía en restaurantes, tanto para sopas de mariscos como para botanas elaboradas con este caracol.

“Se está recuperando y que ya haya ese caracol, pues indica que el sistema efectivamente sí se está recuperando. De hecho, el que haya aves, no solamente la Garza Rojiza, sino otras garzas, pelícanos, flamingo, espátulas e incluso el pelícano blanco durante la época de migración, indica que hay alimento”.

Jorge Herrera Silveira, investigador de CINVESTAV Mérida

A pesar de los logros y éxito que han tenido estas mujeres, señaló Herrera Silveira, nunca las ha ido a ver ni el Gobernador del Estado, Mauricio Vila Dosal; ni la Secretaría de Desarrollo Sustentable (SDS); ni el presidente municipal de Progreso, Julián Zacarías Curi.

Todo esto, en un Estado que el CINVESTAV estima que pierde alrededor de 100 hectáreas de manglar cada año, como consecuencia de la actividad humana.

“Si medimos la captura de carbono que se ha dado por la restauración que han hecho ellas, han mitigado gases de efecto invernadero de prácticamente la población de Progreso”

Jorge Herrera Silveira, investigador de CINVESTAV Mérida

El especialista, que ha brindado acompañamiento a Las Chelemeras durante estos años, celebró que también están habiendo anidaciones en esta zona, han encontrado huevos en los centros de dispersión; otro de los elementos que dan cuenta de lo exitosa que ha sido esta restauración.

El trabajo de estas mujeres ha recuperado la hidrología del sitio, una de las características fundamentales de los manglares y que permiten justamente la presencia de la biodiversidad; sin embargo, debido al impacto que este manglar ya tenía, además de la restauración, también requieren reforestarlo.

“La zona que no necesitó la reforestación ya se recuperó de forma natural por la hidrología, pero la zona que es muy profunda para que crezca el manglar se necesita que se levante el nivel del suelo y se reforeste”.

Jorge Herrera Silveira, investigador de CINVESTAV Mérida

Las Chelemeras no solamente requieren del apoyo y reconocimiento de la sociedad, sino también recursos del sector privado, pues para poder continuar con estas acciones que benefician a todas y todos requieren entre 5 y 7 millones de pesos que permitirán la reforestación.

Una vez que esto ocurra, las mujeres que han hecho posible la restauración, también quisieran comenzar un parador turístico allí, de forma que se apropien de ese espacio tanto ellas como la comunidad y además se convierta en un proyecto autogestivo, sin que requieran de donaciones o proyectos para poder seguir trabajando en el sitio.

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