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Hotzuc, otro pueblo que tiembla por detonaciones mineras

¿Te imaginas que tu casa tiemble y escuches truenos anunciando una tormenta? ¿Te imaginas descubrir que no son truenos, sino las detonaciones con dinamita de una empresa que extrae material a unos cuantos kilómetros de ti?... Esto es lo que viven las personas de Hotzuc, San José Tzal y otros puntos de Yucatán desde que PROSER comenzó a trabajar un banco de materiales ubicado en San José Tzal.

Aunque el banco de materiales se encuentra en San José Tzal, comisaría de Mérida; la comunidad más cercana a este es Hotzuc, Umán. Llegar del banco a Hotzuc en automóvil toma aproximadamente 3 minutos, mientras que toma alrededor de 20 minutos hasta San José Tzal (con datos de Google Maps).

Para llegar a Hotzuc, primero tienes que atravesar polvaredas por aproximadamente dos kilómetros, kilómetros en los que te cruzas con camiones de carga de material, tanto entrando como saliendo del territorio, para llegar hasta el banco de materiales de PROSER que ya se encuentra operando.

Camiones de carga en la carretera hacia Hotzuc
Foto: Katia Rejón

Las y los habitantes de Hotzuc saben que el banco de materiales comenzó a apropiarse de la tierra que ahora explotan desde hace tres años; pero no lo saben porque la empresa se haya acercado directamente a consultarles, sino que lo saben por el ruido que escuchan, especialmente desde hace un año.

La preocupación generalizada en la comunidad es quién se hará responsable de la reparación que sus casas necesiten como consecuencia de las detonaciones que escuchan y sienten todos los días. Para Martina Euan esta problemática ya es una realidad, pues su techo se fracturó hasta el punto en que tres albañiles distintos le dijeron que tiene que tirarlo todo y volverlo a levantar porque la estructura ya no es segura.

Sin embargo, hasta ahora no han podido hacer esa reparación, por lo que su esposo coló el techo sin cumplir con la recomendación de los albañiles, por lo que ahora la estructura no es segura y, aunque solamente se trata de una habitación de la casa, no pueden estar en ella.

Así se encuentra actualmente el techo de Martina Euan. Tiene el colado que colocó su esposo, pero no es seguro
Foto: Cecilia Abreu

“Nos preocupa mucho porque a veces de noche escuchas el ruido y, yo pienso, ‘ay, es lluvia’. Pero no, están sonando mucho, hasta en la noche”, Ermelinda Tun Rodríguez explica que el sonido de las detonaciones se confunde con truenos y por eso piensan que va a llover.

El sonido es tanto que ya no logran identificar si siempre proviene del banco de materiales ubicado en San José Tzal o también proviene del que se encuentra en Xcucul, donde las comunidades son afectadas por otro banco de la misma empresa, que ya han denunciado.

Foto: Katia Rejón

La problemática en Xcucul comenzó desde hace varios meses, pues la misma empresa, PROSER, instaló allí un banco para extracción de estrato húmedo; mismo que ha dañado las viviendas de quienes viven ahí y afectado el entorno ambiental de la región, así como la salud de las y los pobladores.

Las comunidades mayas, refieren que la elevada demanda de insumos frente al incremento de megaproyectos en el estado, como el Tren Maya, estalló una expansión sin precedentes en la actividad minera.

El anuncio para la instalación del banco de materiales en San José Tzal

El pasado 14 de agosto, la Secretaría de Desarrollo Sustentable (SDS) dio a conocer que recibió la solicitud para llevar a cabo el “Banco de Materiales – PROSER Agregados” a través del Diario Oficial del Estado –página 30–, donde se detalla que el proyecto consiste en un banco de materiales para explotación de estrato seco, planta trituradora y de asfalto.

En ese mismo documento, detallan que el banco realizaría la extracción de material pétreo en estrato seco, así como la instalación de la planta trituradora y de asfalto en una superficie total de 529 hectáreas aproximadamente.

Tabla publicada en el Diario Oficial del Estado el 14 de agosto.

Aunque todo esto fue solicitado para realizarse en el ejido de San José Tzal, este no es el único pueblo que vive las afectaciones que llegan con las detonaciones que realiza PROSER para extraer el material. Hotzuc es uno de los más cercanos, pero también están afectadas Tebec, Xtepén, Texán Cámara, Petec Biltun, San José Tzal y Molas.

En esta imagen, el área sombreada corresponde al territorio que explotaría la empresa PROSER para el banco de materiales si se aprueba la MIA

Regresando al Diario Oficial, ese mismo día, dieron a conocer que se pondría a disposición pública durante cinco días la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA), como lo exige la Ley de Protección al Medio Ambiente del Estado de Yucatán; esta MIA, ubicada en el expediente 049/2025, únicamente podía consultarse y brindar observaciones de manera presencial en la SDS, es decir, en Mérida. Por lo que era inaccesible para las comunidades.

Particularmente en Hotzuc, habitantes señalan que no cuentan con transporte público, por lo que trasladarse desde allí hasta las oficinas para consultar la MIA, no contempla su realidad.

A pesar de esto, los pueblos decidieron unirse para recaudar firmas que llevarían dentro del plazo acordado. Fue así como el miércoles 20 de agosto, el último día abierto a la consulta, entregaron las firmas que lograron recaudar con premura.

Asamblea realizada el 24 de agosto entre comunidades afectadas
Foto: Katia Rejón

Representantes de los pueblos de San José Tzal, Petecbiltun, Hotzuc y Texan Cámara presentaron formal solicitud a la Secretaría de Desarrollo Sustentable (SDS), exigiendo se niegue el permiso de dicho expediente (049/2025).

“No hubo tiempo de hacer casi nada porque dieron a conocer (la situación) para la gente mediante el Diario de Yucatán y todo fue rápido. La gente que quiso difundirlo lo hizo para que actuemos, pero no hubo tiempo”, narra Daniela Castelán Andrade, habitante de Hotzuc interesada en detener este proyecto y defender al pueblo.

Al tener solamente un plazo de cinco días, aunque las comunidades querían tomar acciones para detener este proyecto, percibieron que fue muy poco tiempo y la recaudación de firmas fue muy a prisa. Sin embargo, su exigencia es clara:

“No les den ese permiso, que no entren a destruir esas tierras porque nos va a afectar a futuro y ya no nos queda mucho monte. Pedimos, exigimos, que no den el permiso y si lo hacen nos vamos a poner más bravos, no vamos a permitir que entren a destruir ese espacio de vida que queda”,

advierte Daniela Castelán.
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