Alejandra Ávila Couoh y su hijo E.I.A.A. se convirtieron en víctimas de violencia vicaria el 13 de diciembre de 2020 –cuando el niño tenía tres años–, pues el padre* del niño lo sustrajo y, hasta ahora, continúan luchando.
Desde aquel momento, comenzó un juicio por guarda y custodia, su demanda fue admitida en enero de 2021; pero hasta ahora continúa sin tener el resultado esperado: recuperar a su hijo.
“Lo dejan provisionalmente con él (el papá), a pesar de que imponen orden de protección para que él no se me acercara porque porque en febrero del mismo año, de 2021, él y su familia me lastiman físicamente en la puerta de su casa”.
Ella advierte esta decisión como una incongruencia, pues aunque reconocieron que la había agredido, dejaron al niño en sus manos y es hasta marzo que a ella le permiten comunicarse con su hijo a través de videollamadas.
Sin embargo, poco tiempo después le vuelven a negar las mismas y no es hasta que ella cede la guarda y custodia a cambio de ver al niño que se lo permiten. “Cuando es el momento de ratificar la custodia en 2022, es cuando nos enteramos de que él no quería que exista ningún vínculo materno-filial”.
A partir de ese momento, todas las interacciones de ella con el niño, empezaron a requerir de la aprobación de su padre, por lo que la situación se vuelve aún más complicada e incluso en el proceso legal vive obstaculizaciones, como el impedimento de que sus testigos declararan y tomar únicamente los testimonios de la contraparte.
Entre las irregularidades que ha vivido en su caso, se encuentran también que un psicólogo del Estado** llamado Paulino emitió un informe indicando que Alejandra tiene trastorno límite de la personalidad y que se ha intentado suicidar cuatro veces, a pesar de que no la conoce y ya presentaron diversas pruebas para demostrar que es mentira, esta es la razón por la que alegan que no pueden devolverle a su hijo.
Durante una visita en el Centro de Convivencia Familiar de Yucatán (Cecofay) a Alejandra le llama la atención que el niño tiene manga larga y pantalón, a pesar del calor de marzo, entonces al llegar a casa se da cuenta de que tenía moretones en la espalda, rodillas, en la cuenca del ojo… Y acude a levantar su denuncia en la Procuraduría de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes del Estado de Yucatán (Prodennay) y esta entrega un escrito al juzgado para aclarar por qué no se iba a regresar al menor con el padre.
“Todo esto se vuelve enorme porque se inicia una alerta Ámber […] por dos semanas estuvimos peleando con la juzgadora que teníamos en ese momento para aclarar por qué no se estaba regresando el niño, se le dice que hay una denuncia y se pide que se haga el cambio de guarda y custodia; pero no lo consideró y me vuelven a quitar al niño”.
Alejandra y E.I.A.A. acudieron al Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, donde les ofrecieron resguardo; sin embargo, Alejandra advierte que fue a la cocina y cuando volvió “Addy”*** le había entregado a su hijo a su agresor.
Luego de este suceso, pierde contacto con su hijo durante dos años y la juzgadora no toma en cuenta la denuncia por la violencia física que vivió el niño. Sin embargo, sí considera una denuncia por sustracción parental por el tiempo que Alejandra se quedó con su hijo.
En esos dos años, Alejandra no supo nada del niño, ni siquiera si continuaba viviendo o no en Yucatán. Ya en el año 2023, emiten una sentencia que indica que la guarda y custodia la tendrá el padre y ella deberá pagar pensión, a pesar de que ella no tenía la solvencia económica para poder entregarla porque se encontraba estudiando y además la obligaban a acudir al psiquiatra y psicólogo semanalmente, porque continuaban alegando que tenía un trastorno mental.
Ella interpone una apelación a la sentencia, pero al mismo tiempo el padre, aunque ya tenía los derechos sobre el niño, solicita que a Alejandra le impidan todo contacto con el menor, alegando nuevamente que tenía un trastorno; sin embargo, en esta ocasión sí reconocen que la solicitud era injusta.
La cusotia pasa de ser definitiva para el padre a provisional en lo que finaliza el proceso, por lo que la posibilidad de que Alejandra lo recupere vuelve a existir, apenas en marzo de este año tuvieron otra audiencia y en esta ocasión sí le permitieron que sus testigos hablen.
Actualmente Alejandra y su hijo conviven dos horas cada 15 días en Cecofay o por videollamada durante 35 minutos cuando no pueden acudir físicamente. “Estamos recuperando nuestro vínculo luego de no vernos en dos años y es muy amoroso”.
Justicia, para ella, sería que su hijo pueda volver a casa, que tomen en cuenta el interés superior del niño.
*El nombre del padre fue omitido por la protección del caso, así como la seguridad de Alejandra y E.I.A.A.
**El apellido del psicólogo fue omitido para evitar posibles afectaciones en el proceso legal que viven Alejandra y su hijo
***Addy es un pseudónimo por la protección del proceso legal
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