Dos años y medio fueron complicadísimos emocional y económicamente, porque parece que de repente va un poco ligada una cosa con la otra.
Entre todo el esfuerzo diario, había periodos en los que me volvía completamente pesimista. Quizá por el hastío y el cansancio de luchar en medio de la exigencia de la vida adulta con toques de super productividad.
Antes de iniciar este 2025 tuve la intención, como propósito principal: ser más agradecida.
Decidí que mis días iniciarían y terminarían con un agradecimiento al universo y a lxs diosxs (desde mis creencias).
Casualmente para esos días llegó a mi repertorio musical la canción “Igual no debo” de Erich. Me explotó la emoción.
“Igual no debo de quejarme de la vida Porque la vida me sorprende cada día Y aunque la vida me ha sacado mil heridas Nunca ha borrado por completo mi sonrisa”
Esas primeras líneas me hicieron click porque pensé: eso, justo eso quizá debo hacer. No quejarme tanto de la vida.
No es el tipo de música que suelo escuchar, pero me agradó. Sentí un acompañamiento tremendo, creí que alguien de verdad había entendido lo que sentía y aún mejor, lo que necesitaba. Sentir que no todo está tan perdido y que hay motivos para vivir, sonreír, abrazar, querer y querer seguir aquí.
Dije: esta será mi canción de 2025.
Al poco tiempo, una amiga me recomendó otra canción llamada “Querida yo” de Yami Safdie en compañía de Camilo y aunque este último no me cae muy bien por prejuicios personales, me atreví a escucharla.
Lloré, lloré porque sentí que muchas veces falta hacer énfasis en el autorreconocimiento, más que esperarlo de fuera.
“Querida yo, confío en nosotras Lo estás haciendo bien Te espero del otro lado Acá hay tanto para ver Querida yo, la vida es rara Y le gusta dar mil vueltas Hay que caminar un poco Golpear un par de puertas”
Después de escuchar la letra completa, mi fin siguiente fue enviar la sugerencia a todas mis amigas, porque estoy casi segura que muchas pasamos por la necesidad de aprobación y cuando no la conseguimos, pensamos que nada de lo que hacemos vale la pena.
Fue ahí cuando coincidí con una de ellas, Cecy Abreu y compartimos otras canciones que al unísono denominamos como “música suave”.
¿Por qué es suave? Por eso, porque es la que te acaricia el alma, la que te da un abracito, la que te acompaña en momentos de incertidumbre y al mismo tiempo te provoca esperanzas.
Pensar que, en medio de todo este mundo con muchos problemas, todo estará bien, calma poquito las dudas, la ansiedad.
Díganos “románticas”, nómbrenos “ilusas”, pero justo eso, sentir un mundo suavecito es una necesidad, es una urgencia.
Puedes unirte a este mundo musical suavecito en la playlist que creamos para compartirnos esperanza, apapachos, calma… en comunidad.
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